Del café de nuestros abuelos al que tomamos ahora
Ya es un hábito cotidiano recibir el comienzo de un nuevo día con el olor del café recién hecho, es una tradición que ha pasado de una generación a otra. Actualmente solo con pulsar un botón de la cafetera automática ya podemos para disfrutar del café de nuestros abuelos no era tan fácil.
Desde que el café se popularizó en Europa, los españoles ya no se imaginan un desayuno sin café. Si les preguntas a tus abuelos cómo eran sus desayunos seguro que te responderán que a pesar de las escaseces siempre estaba presente el aroma del café recién hecho.
Actualmente mucha gente no se desayuna adecuadamente, unas veces por falta de costumbre y otras por las habituales prisas con las que convivimos, pero muy pocos son los que salen de casa sin tomar una taza de café.
Durante la posguerra debido a la crisis económica y social escaseaban los productos más básicos y en España el café pasó a ser un artículo de lujo. Se comenzó a mezclar el café con algunos sustitutos como la achicoria, la cebada o la algarroba. Esta situación duró varios años y entre tanto, al llegar en mal estado los granos de café, apareció como una salvación el café torrefacto.
Café de nuestros abuelos
En la época de nuestros abuelos una cafetera espresso era pura ciencia ficción, todavía tendrían que esperar muchos años para poder tener una. Para ellos beber una taza de café era casi un ritual, más acorde con el ritmo de vida que se llevaba en aquel entonces. Lo habitual era el café de olla, que también se conoce como de puchero o de pote. Para hacerlo se ponía una olla con agua al fuego, cuando rompía a hervir se le añadía el café molido, se revolvía hasta que empezara a hervir nuevamente y entonces se colaba a través de un paño hacia un recipiente de barro o de cerámica.
Luego surgieron las primeras cafeteras que se ponían directamente al fuego y eran de peltre. Generalmente el café se compraba en grano y se molía solo el que se iba a utilizar. Para molerlo utilizaban un molinillo manual. Con este método obtenían un café intenso al que solían agregar leche fresca, sin desnatar ni nada.
En la actualidad tenemos la gran suerte de poder escoger, además del tipo de cafetera espresso, la variedad de grano de café que más nos guste. En las tiendas especializadas encuentras un amplísimo catálogo con especialidades de diferentes países, ediciones limitadas y hasta packs de café gourmet.
Otra costumbre cafetera que ha cambiado desde nuestros abuelos hasta hoy es en lo referente a las cafeterías. Ya eran populares en las grandes ciudades donde eran el centro de la vida social, allí pasaban buena parte del día conversando sobre los temas más disímiles hasta que comenzó la guerra. Al terminar esta etapa de crisis se retomó la costumbre de estar horas en la cafetería de costumbre, en la que ya no les preguntaban qué iban a beber, ya los camareros sabían de sus gustos tanto para el desayuno como para las meriendas o cenas.
Hoy en día pasamos a toda prisa a tomarnos el café y quizás algún que otro día dedicamos un poco más de tiempo para tomarnos un capuchino. Pero tenemos la suerte de que existen las cafeteras espresso y en apenas unos segundos ya tenemos listo nuestro café matinal.
Lo único que te puedo asegurar es que desde nuestros abuelos hasta este momento seguimos disfrutando al máximo esa taza de café humeante y aromática.